No es lo mismo "alerta meteorológica" que "alerta de riesgo local": la diferencia puede ser cuestión de vida o muerte

Los recientes eventos hidrometeorológicos extremos en Argentina han destacado la importancia de la alerta temprana. Pero aún hay zonas grises entre la alerta meteorológica nacional y la que debe emitir el gobierno municipal sobre los riesgos locales.

Bahpia Blanca
Las alertas meteorológicas por tormentas del SMN por el evento del 7 de marzo en Bahía Blanca fueron atinadas y oportunas. Pero no hubo alerta de riesgo local por la consecuente crecida de los arroyos y la trágica inundación.

En octubre de 2016, se sanciona la Ley 27.387 con la que se crea el SINAGIR (Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo y la Protección Civil) de Argentina, que enfatiza la importancia de la participación de las comunidades locales en la gestión del riesgo. El SINAGIR busca articular al Estado con las comunidades, reconociendo que la percepción y el conocimiento del riesgo varían según cada localidad.

Esto último es fundamental: no implica el mismo riesgo una lluvia de 30 mm en 24 h para la ciudad de Comodoro Rivadavia que para la ciudad de Rosario, como no tiene el mismo impacto un chaparrón con intensidad de 50 mm/h en la ciudad de Buenos Aires o en Quilmes. Tampoco la gente reacciona igual ante ante un temporal de viento con ráfagas de 80 km/h en la Patagonia que en el Litoral.

Cada ciudad presenta diferentes escenarios de riesgo dada su vulnerabilidad y exposición a los peligros, ya sean estos lluvias, vientos, sismos, o cualquier otro de origen natural o tecnológico; y es el gobierno local (municipio o comuna) el responsable de identificar los riesgos y hacer todo lo posible para reducirlos mediante diferentes estrategias y herramientas, entre ellas, la alerta temprana.

Alertas, avisos y advertencias meteorológicas

La misión del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) es “Brindar información y pronósticos meteorológicos, prospectivas climáticas y alertas en su área de incumbencia”, es decir que puede advertir sobre cualquier fenómeno meteorológico, indicando su ubicación e intensidad esperadas dentro de la incertidumbre propia de los sistemas meteorológicos, la que también debe ser informada.

Inundación Saavedra
Inundación en el barrio porteño de Saavedra el 2 de abril de 2013. Hubo alerta meteorológica por fuertes tormentas, pero no hubo alerta de riesgo local que considerara el riesgo de inundación ya que la zona era particularmente baja y el agua se acumulaba allí por gravedad, inundando todo a su paso.

Sin embargo, con solo anticipar la ubicación e intensidad de un meteoro no es suficiente para que la población pueda tomar las acciones que les permitan mitigar la chance de pérdida de vidas y bienes. El SMN no tiene incumbencia sobre el comportamiento de los ríos y arroyos, por ejemplo. Para ello, se necesita el conocimiento local del riesgo para establecer cuál será el impacto local de un meteoro en la infraestructura y las actividades, y solo los gobiernos locales pueden definir como es la exposición y la vulnerabilidad de una determinada población a una amenaza específica.

Esto ha sido evidente en la inundación de 2003 en la ciudad de Santa Fe: si bien hubo alertas, estas fueron por precipitaciones y no por la crecida del río Salado, desencadenante de la tragedia. En la inundación de 2013 en La Plata, la única alerta fue la emitida en la madrugada del 2 de abril por tormentas fuertes… la mortal crecida de los arroyos tomó a los vecinos por sorpresa durante la tarde, sin ningún aviso previo. Y en el desastre de Bahía Blanca el 7 de marzo de este año, si bien los pronósticos meteorológicos y las alertas emitidas por el SMN indicaban la severidad de las precipitaciones y fueron oportunas, no hubo avisos de riesgo por inundaciones, el evento causante de las fatalidades.

Gestionar el riesgo

Existen dos grandes estrategias para gestionar el riesgo de desastres: mediante medidas estructurales, que implican la construcción física de estructuras para mitigar los efectos de un peligro (como los muros de contención ante una inundación); y con medidas no estructurales, aquellas que se enfocan en políticas, leyes, sistemas de alerta temprana, concientización pública y otros métodos que no involucran la construcción física.

De acuerdo con el SINAGIR, es responsabilidad primaria de los gobiernos locales el implementar estrategias de gestión del riesgo adaptadas a las necesidades específicas de cada territorio. Y para ello se deben valer de los organismos de Protección Civil, antes llamados de “Defensa Civil”, adoptando políticas locales de gestión del riesgo de desastres.

Santa fe
El 29 de abril de 2003, amaneció con una leve llovizna sobre la ciudad de Santa Fe. Como consecuencia de las lluvias de los días anteriores, el río Salado creció y desbordó repentinamente inundando trágicamente un tercio de la capital provincial. No hubo aviso de riesgo de inundaciones.

Esos organismos deben contar con personal especializado tanto en la gestión del riesgo de desastres (actitud proactiva, antes de que se materialice el desastre), como en la respuesta a emergencias (actitud reactiva, una vez declarada la emergencia). Son quienes mejor conocen las vulnerabilidades de la población ante diferentes amenazas naturales o tecnológicas, y también el grado de exposición a ellas. Y es por ello por lo que, los especialistas en la gestión del riesgo son quienes deben emitir las alertas de riesgo local, ya que son quienes mejor entienden el riesgo y saben cómo mitigarlo, cuales sectores de la ciudad se verán más afectados, y cuándo termina la contingencia.

Y si bien un alerta de riesgo no es igual a un alerta meteorológico, se debe basar en este último para definir qué protocolos aplicar por parte de los organismos municipales y la población. No compiten entre sí, aunque puedan parecer contradictorios, porque en definitiva la responsabilidad última es del gobierno local.

Una situación de alerta de riesgo puede tener un nivel diferente o se puede extender más allá del plazo de la alerta meteorológica, dependiendo del criterio y la decisión del gobierno local. Por ello es fundamental la colaboración, coordinación y una buena comunicación entre el SMN y los gobiernos locales.

Comunicar el riesgo

Así como el gobierno local es quien debe imponer las alertas de riesgo, también es responsabilidad de los gobiernos locales la divulgación de los diferentes escenarios de riesgo a los que la población está expuesta en su lugar de residencia, trabajo o estudios, como también debe identificar la población vulnerable, ya sea por motivos económicos, sociales, culturales, institucionales, políticos o psicológicos que marcan la forma de vida de las personas y su entorno.

Alerta temprana
Un Sistema de Alerta Temprana (SAT) no es sólo avisar con antelación la probable materialización de una amenaza. Implica identificar los peligros, evaluar los riesgos, establecer planes de contingencia y comunicar el riesgo, entre otras actividades.

Todo ciudadano tiene derecho a saber que vive en zonas de riesgo, ya sea por inundaciones, sísmos, incendios forestales o porque están expuestas a otras amenazas naturales o tecnológicas. Y es obligación de los gobiernos locales comunicar el riesgo mediante información clara y actualizada sobre los peligros a los que se está expuesto, como también de elaborar y divulgar los protocolos que deben cumplimentar tanto los funcionarios como la población ante una alerta de riesgo.

Una alerta temprana, ya sea meteorológica o de riesgo local es insuficiente si quien la recibe desconoce qué tiene que hacer para mitigar el riesgo de un desastre.

Una alerta temprana es ineficaz si no llega a la mayoría de la población con la mayor antelación posible. Las redes sociales y los medios tienen la posibilidad de amplificar el alcance de la alerta, pero para asegurar que el mensaje llegue a todos, es recomendado el uso de megáfonos, sirenas o alertas masivas a través de telefonía celular.

Protección civil
Los especialistas en emergencia y en gestión del riesgo locales son quienes deberían emitir las alertas tempranas por riesgo, ya que son quienes mejor conocen la vulnerabilidad y la exposición de la población a las diferentes amenazas, ya sean meteorológicas, hidrológicas, tecnológicas o una combinación de ellas.

En este contexto de crisis climática y urbanística, el riesgo de desastres en las ciudades es cada vez mayor. Perfeccionar las alertas tempranas es prioritario para proteger vidas y bienes, para asegurar el desarrollo sostenible de las comunidades. Y para ello se necesita decisión política, recursos humanos y económicos, y coordinación entre los tomadores de decisión, la academia, el sector privado y la ciudadanía.