El 28 de enero se conmemora el Día Mundial por la Reducción de las Emisiones de Dióxido de Carbono (CO2), o también conocido como Día Mundial de la Acción frente al Calentamiento Terrestre.
La fecha fue Impulsada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y representa un momento clave de reflexión para "concienciar y sensibilizar" a la sociedad acerca del efecto del hombre sobre el medio ambiente, un impacto reflejado a través de la huella de carbono.
La huella de carbono es la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que produce el ser humano al fabricar un producto o realizar sus actividades diarias. Como su nombre lo indica, es la huella que deja esa persona en el planeta y que se ve influenciada por nuestros consumos y hábitos diarios: qué comemos, qué compramos, cómo nos transportamos.
Entre todos los gases que emitimos, es el CO2 el que se utiliza como referencia internacional de la huella de carbono dado que es el gas que más está potenciando el efecto invernadero y el que más se emite. Una vez conocida la huella, es posible implementar una estrategia de reducción y/o compensación de emisiones, a través de diferentes programas, públicos o privados.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) informó en noviembre de 2018 que la concentración de CO2 había alcanzado un nuevo máximo sin precedentes de 408 ppm (partes por millón), sólo comparable al registrado hace entre tres y cinco millones de años. La concentración media de este gas tuvo una escalada importante en los últimos años, pasando de 400,1 en 2015, a 403,3 ppm en 2016, y a 405,5 ppm en 2017.
Mitigar el cambio climático no solo es cuestión de grandes acuerdos internacionales o políticas de estado de un país. La suma de las pequeñas buenas prácticas de cada uno de nosotros en el día a día puede ser un componente central para poder disminuir la emisión de gases de efecto invernadero.
Te contamos algunas acciones que podemos tomar para reducir nuestra huella de carbono en el planeta y aportar nuestro “pequeño grano de arena”: